La Amazona de "Pedhome".

Sentada en el piso del viejo mirador de "Pedhome", miro al embalse.
La brisa soplaba del oeste y hacia rizar las esmeraldas aguas de la presa de San Esteban, en diminutas ondas coronadas por una blanca cresta de espuma.
 Fue entonces cuando la nostalgia, pareció apretar su corazón.
 Nunca la había sentido así, tan de repente, tan viva, tan doliente y deshumanizada que hasta le hizo sentir un ramalazo de dolor físico.
  El corazón le batía con fuerza en el pecho, y su mano diestra ascendió hasta su garganta tratando de dominar su alocado latir.
  Miro hacia la orilla derecha del cañón del Sil.                                                  
  La luz del sol ya hacia rato que coronara su cima y se perdía por tierras del antiguo condado de Lemos, dejando el cañón sumido en una agradable y suave penumbra
  Se levanto, y sacudió una briznas de hierba de su ajustado pantalón de montar; el cual iba embutido en unas bonitas, altas y repujadas botas de cuero marrón.
   Luego alargo su mano y tiro de las riendas de su cabalgadura, las cuales estaban enrolladas alrededor de uno de los postes que sujetan la techumbre del mirador.
  Su cabalgadura -una bonita y nerviosa yegua Appalossa- piafo y demostró su alegría moviendo la cabeza y empujándola con sus belfos.
  La joven sonrió dejando ver una bonita dentadura, de dientes blancos y bien cuidados.
  Pasando las riendas por la cabeza del animal introdujo la punta de la bota en el estribo, y  con un ágil y elegante movimiento se fundió con su cabalgadura: tal como si humana y bestia fueran un mismo ser.
 Taloneo muy suavemente el vientre del animal y la condujo hacia el sendero que desde el alto de "Pedhome" baja por el florido carpazal y atravesando el arroyo de "Trapa", sube serpenteando hacia la curva de la Herradura.
(Apuntes).
Mel Domuro..

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